Cuando la Presidenta de la Comisión Europea pronunció su primer discurso ante el Parlamento Europeo en diciembre de 2019, reconoció oficialmente que la "Inteligencia Artificial" era un área de importancia estratégica para la Unión Europea. Nueve meses después, dirigiéndose una vez más al Parlamento Europeo en su primer discurso sobre el "Estado de la Unión", había pasado de deletrear "Inteligencia Artificial" a hablar en términos de "IA", tan conocida es la tecnología dentro de la burbuja de la UE ahora. Esto no es tan sorprendente cuando la IA se está desplegando en la mayoría de los sectores de la economía (si no en todos), desde el diagnóstico de enfermedades hasta la minimización del impacto ambiental de la agricultura.

Es cierto que la Comisión Europea ha realizado una gran labor desde que la Presidenta Ursula Von der Leyen y su equipo asumieron el cargo. Ya en diciembre de 2019 se prometió una "propuesta legislativa" sobre la IA; lo que se entregó fue un Libro Blanco sobre la IA en febrero. Si bien es cierto que no se trata de una propuesta legislativa, es un documento que ha iniciado el debate sobre la IA humana y ética, el uso de los grandes datos y cómo estas tecnologías pueden utilizarse para crear riqueza para la sociedad y las empresas.

En el Libro Blanco de la Comisión se destaca la importancia de establecer un enfoque uniforme de la IA en los 27 Estados miembros de la UE, en los que los distintos países han empezado a adoptar su propio enfoque de la reglamentación y, por lo tanto, potencialmente, están erigiendo barreras al mercado único de la UE. También, lo que es importante para Huawei, habla de los planes para adoptar un enfoque basado en el riesgo para regular la IA.

En Huawei estudiamos el Libro Blanco con interés y, junto con (¡más de 1.250!) otras partes interesadas, contribuimos a la consulta pública de la Comisión, que se cerró el 14 de junio, aportando nuestras aportaciones e ideas como expertos que trabajan en este campo.

Encontrando el equilibrio

El principal punto que hemos recalcado a la Comisión es la necesidad de encontrar el equilibrio adecuado entre permitir la innovación y asegurar la protección adecuada de los ciudadanos.

En particular, nos centramos en la necesidad de que las aplicaciones de alto riesgo se regulen bajo un marco jurídico claro, y propusimos ideas sobre lo que debería ser la definición de la IA. A este respecto, creemos que la definición de la IA debería reducirse a su aplicación, con evaluaciones de riesgo centradas en el uso previsto de la aplicación y el tipo de impacto resultante de la función de la IA. Si existen listas de evaluación detalladas y procedimientos para que las empresas hagan sus propias autoevaluaciones, se reducirá el costo de la evaluación inicial de los riesgos, que debe ajustarse a los requisitos específicos del sector.

Hemos recomendado que la Comisión estudie la posibilidad de reunir a las organizaciones de consumidores, el mundo académico, los Estados miembros y las empresas para evaluar si un sistema de IA puede calificarse de alto riesgo. Ya existe un órgano establecido para tratar este tipo de cosas: el Comité Técnico Permanente de Sistemas de Alto Riesgo (TCRAI). Creemos que este organismo podría evaluar y valorar los sistemas de IA en función de criterios de alto riesgo tanto legales como técnicos. Si este organismo tomara algún control, combinado con un sistema de etiquetado voluntario, se ofrecería un modelo de gobernanza que

  • Considera toda la cadena de suministro
  • Establece los criterios correctos y apunta al objetivo previsto de transparencia para los consumidores/empresas
  • Incentiva el desarrollo y el despliegue responsable de la IA, y
  • Crea un ecosistema de confianza.

Fuera de las aplicaciones de alto riesgo de la IA, hemos declarado a la Comisión que el marco jurídico existente, basado en la responsabilidad por culpa y contractual, es suficiente, incluso para las tecnologías de vanguardia como la IA, en las que se podría temer que la nueva tecnología requiera nuevas normas. Sin embargo, una reglamentación adicional es innecesaria; sería demasiado onerosa y desalentaría la adopción de la IA.

Por lo que sabemos del pensamiento actual de la Comisión, parece que también planea adoptar un enfoque basado en el riesgo para regular la IA. Concretamente, la Comisión propone centrarse a corto plazo en las aplicaciones de "alto riesgo" de la IA, es decir, en los sectores de alto riesgo (como la atención sanitaria) o en el uso de alto riesgo (por ejemplo, si produce efectos jurídicos o de importancia similar en los derechos de una persona).


Entonces, ¿qué sucede a continuación?

La Comisión tiene mucho trabajo que hacer para conseguir todas las respuestas de la consulta, teniendo en cuenta las necesidades de las empresas, la sociedad civil, las asociaciones comerciales, las ONG y otros. La carga adicional de trabajar en la crisis del coronavirus no ha ayudado en nada, ya que la respuesta oficial de la Comisión no se espera hasta el primer trimestre de 2021.

El coronavirus ha sido un cambio de juego para el uso de la tecnología en la atención sanitaria, por supuesto, y sin duda tendrá un impacto en el pensamiento de la Comisión en este ámbito. Términos como "telemedicina" se han hablado durante años, pero la crisis ha convertido las consultas virtuales en realidad, casi de la noche a la mañana.

Más allá de la asistencia sanitaria, vemos que el despliegue de la IA se está desplegando continuamente en áreas como la agricultura y en los esfuerzos de la UE para combatir el cambio climático. En Huawei estamos orgullosos de formar parte de este continuo desarrollo digital en Europa, una región en la que y para la que hemos estado trabajando durante 20 años. El desarrollo de las competencias digitales es el núcleo de este proyecto, que no sólo equipa a las generaciones futuras con las herramientas para aprovechar el potencial de la IA, sino que también permitirá a la fuerza de trabajo actual ser activa y ágil en un mundo en constante cambio: es necesario un enfoque inclusivo, basado en el aprendizaje permanente e impulsado por la innovación en la educación y la formación en materia de IA, para ayudar a las personas a pasar de un empleo a otro sin problemas. El mercado laboral se ha visto muy afectado por la crisis y se necesitan soluciones rápidas.

Mientras esperamos la respuesta formal de la Comisión al Libro Blanco, ¿qué más se puede decir sobre la IA en Europa? Mejor atención sanitaria, un transporte más seguro y limpio, una fabricación más eficiente, una agricultura inteligente y fuentes de energía más baratas y sostenibles: estos son sólo algunos de los beneficios que la IA puede aportar a nuestras sociedades y a la UE en su conjunto. Huawei trabajará con los responsables de las políticas de la UE y se esforzará por garantizar que la región consiga el equilibrio adecuado: la innovación combinada con la protección del consumidor.