Portugal, al igual que muchos otros países, se enfrenta a un desafío sin precedentes para hacer frente a esta pandemia. Hay muchas leyes y medidas en vigor, que a veces pueden ser difíciles de entender y recordar. Sin embargo, debemos centramos en por qué están esas leyes, lo que tratan de lograr y las responsabilidades que tenemos como ciudadanos en el intento de combatir esta enfermedad, en cuando más claro esté todo, mucho mejor.

El hecho es que la enfermedad se propaga a través de contactos cercanos con la gente. Por lo tanto, cuanto más reduzcamos ese contacto, menor será el riesgo de contraerla, menos posibilidades tendrá de propagarse y, por lo tanto, menos personas morirán a causa de la enfermedad. Las leyes actuales se centran exactamente en esto, abordando varios días, horas y lugares en los que hay mayores concentraciones de personas, con medidas específicas en consecuencia.

Por ejemplo, el riesgo es especialmente alto en las mesas de comida cuando las personas no llevan cascarillas. Aunque la ley permite seis en una mesa, el riesgo es tres veces mayor que si sólo hay dos. Si usted y su pareja van de compras juntos, el riesgo se duplica al traer la enfermedad a la casa, en vez de si sólo uno de ustedes va sin compañía. Si van de compras una vez a la semana en lugar de dos, el riesgo de contraer la enfermedad a través de un viaje de compras, con muchos otros en la proximidad, se reduce en un 50%. ¿Realmente necesitamos ir a mirar escaparates en este momento en un centro comercial concurrido, por ejemplo, exponiéndonos a un riesgo adicional?

Sé que lo anterior puede no ser siempre práctico pero es el enfoque general que estoy enfatizando.

Identificar el riesgo y encontrar maneras de mitigarlo es parte de nuestra vida diaria, desde jugar hasta hacer inversiones financieras. También hay riesgos de incendios rurales y riesgo de delincuencia, pero nos hemos acostumbrado a ellos y tomamos medidas preventivas en consecuencia. El covid-19 no es diferente, se trata de un riesgo y estoy seguro de que nadie quiere exponerse a más riesgos de los necesarios, especialmente en una crisis de salud.

Por lo tanto, si en las próximas dos semanas más o menos, cuando según los expertos en salud estemos llegando al pico de esta crisis, cuanto más podamos quedarnos en casa a menos que sea necesario, cuanto más reduzcamos nuestros contactos con los demás, cuanto más aseguremos el estricto cumplimiento del uso de mascarillas, el distanciamiento social y el cumplimiento de las normas de higiene, más posibilidades tendremos de disfrutar de menos restricciones en Navidad.

Las decisiones que tomamos y las acciones que realizamos no sólo nos afectan a nosotros, sino también a nuestra familia, amigos y vecinos, sin olvidar el impacto en el servicio nacional de salud que está sobrecargado en este momento. Es importante pensar en los demás adaptando nuestros estilos de vida más que nunca en este período crítico.

Recuerden que si Santa Claus no puede viajar entre municipios habrá pocos regalos para todos. El futuro está en nuestras manos. DT