La economía portuguesa se contrajo un 7,6% el año pasado, su mayor caída anual desde 1936, y el gobierno advirtió que las perspectivas de recuperación se estaban deteriorando debido al empeoramiento de la pandemia del COVID-19. La caída, que incluyó un descenso sin precedentes de los ingresos procedentes del turismo, fue menos extrema que la estimación anterior del gobierno del 8,5%. Pero sigue siendo casi el doble de la caída del 4,1% registrada en 2012, cuando el país estaba luchando bajo un programa de austeridad impuesto por la Troika de rescate.