El estudio coordinado por Ana Cristina Coelho, del Centro de Electrónica, Optoelectrónica y Telecomunicaciones (CEOT) de la UAlg, fue publicado en la revista online PLoS ONE y "se enmarca en un fenómeno que ya tiene lugar desde hace muchos años" en Portugal, y en particular en el Algarve, pero también en España e Italia.

Se basó en un trabajo que puso en contacto a las plantas con el microorganismo responsable de infectar las raíces y que "parece ser el responsable de minar lentamente la vitalidad de los árboles".

"Tenemos un fuerte declive en los bosques de alcornoques y encinas y en el monte, y ese declive se ha asociado a una serie de factores. Uno de los factores se ha asociado a la interacción con un organismo patógeno [el oomiceto Phytophthora cinnamomi]", dijo Ana Cristina Coelho a la agencia de noticias Lusa.

La investigadora explicó que el "organismo patógeno infecta las raíces" de los árboles adultos, en el campo, y esto "dificulta la erradicación y el tratamiento y también el estudio del proceso" que lleva a la pérdida de vitalidad y, finalmente, a la muerte de estas especies.

"Es difícil de detectar, de aislar, y será difícil hacer cualquier tipo de tratamiento a nivel de raíz. Pero sobre todo hay que demostrar que realmente hay una relación entre la vitalidad del árbol y lo que ocurre a nivel de raíz relacionado con esta infección", argumentó.

La investigadora de la UAlg aclaró que, "entre los múltiples factores" que provocan el declive del alcornoque, ha "trabajado en la interacción del alcornoque y este patógeno".

El estudio trataba de entender si había alteraciones en otras partes del árbol, además de las raíces, que pudieran establecer una relación con el organismo responsable de la infección.

"Y dejamos las plantas durante ocho meses, con riego y todas las condiciones para que pudieran vegetar bien, y luego fuimos a ver, después de los ocho meses, si realmente era posible identificar alguna alteración en las hojas. Lo que observamos fue que había alteraciones en las hojas a nivel de proteínas, y puede haber una relación entre las proteínas que se identificaron en las hojas y la infección", añadió.

Hoy en día, subrayó, sólo se sabe que un árbol está en declive a través de la observación de factores visuales: la pérdida de hojas, el goteo de líquido en el tronco o la aparición de ramas secas en las extremidades. El declive "es muy lento, pueden pasar 10 o 15 años" antes de que se pueda detectar.

La complejidad de la detección está motivada por el hecho de que también hay otros factores que pueden influir en la aparición del problema, como los climáticos, y dificulta la confirmación de si el árbol está creciendo bien, o si está infectado, "porque nunca se podrá saber el nivel de infección de la rizosfera de un árbol -el conjunto de raíces o sistema radicular-".

Aunque no se dispone de cifras para medir este problema, el investigador de la UAlg dijo que "visualmente, la zona más afectada es el Algarve", donde hay "un porcentaje de árboles con síntomas muy, muy fuertes", y "zonas donde ya hay una gran desaparición de árboles", pero el problema también se ha registrado en España e Italia.