La situación del zoo de Santo Inácio, en Vila Nova de Gaia, es "viable", sobre todo en comparación con el primer cierre, pero la pregunta que se hace Teresa Guedes, directora del espacio, es: "¿Hasta cuándo?" La esperanza es que las puertas del zoo vuelvan a abrirse "justo después de Semana Santa", en abril, entre otras cosas porque ya "faltan las habituales risas de los visitantes", tanto de los trabajadores como de los animales. "Hola, hola, hola", se oye al pasar por la jaula de los guacamayos.

En otras épocas, sería el saludo de alguno de los más de 40.000 niños que pasan anualmente por las escuelas o de otro visitante, pero esta vez es de uno de los guacamayos verdes. Sincronizados con el "hola" del guacamayo, al otro lado del pasillo, los cinco monos araña se acercan al cristal y exhiben sus más hábiles acrobacias. Acostumbrados al constante movimiento de la gente, estos animales salvajes pero en cautividad han sentido la falta de personas que les visitaban a diario."Hay un cambio de actitud y comportamiento que se nota en las fases de transición, cuando tenemos visitantes y ya no los tenemos, y cuando empezamos a tenerlos de nuevo", dice Carla Monteiro, veterinaria del zoo. Sin estímulos visuales, auditivos u olfativos, los animales "están más tranquilos, duermen más y pasan más tiempo en paz".

Los tigres, leones y hienas, duermen entre "20 y 23 horas al día". Si la presencia de personas junto a la jaula de los tigres siberianos apenas despierta la curiosidad del único macho y las dos hembras, en las jaulas de las hienas, al menor movimiento, la familia de cinco se acerca para entender de quién se trata. Para compensar la falta de estímulos, el equipo del zoo ha trabajado en "enriquecimientos" y en la interacción con los animales tanto por el pasillo técnico como por el lado de los visitantes. A los "primates curiosos" se les ofrecen "cajas con bolitas de papel dentro", suficientes para entretenerse durante unas horas: "abren las cajas, se meten dentro, cogen las cajas y se las ponen en la cabeza es una animación", dice.

En los hábitats de leones, tigres, hienas, panteras y cabras salvajes, el equipo del zoo coloca cajas con restos de heno de otros animales o huesos de vacuno para estimular el comportamiento en busca de presas. "Estos animales tienen la costumbre de encontrarse y ver pasar a la gente a diario.Este período es extraño, espero que no se prolongue y que no haya mayor efecto secundario para que vuelvan a su rutina normal, porque todos están acostumbrados", señala Carla Monteiro. Así como el encierro mostró la necesidad de aumentar algunas prácticas, la pandemia reforzó la importancia de mantener ciertos cuidados con los animales, ya que "el riesgo de transmisión existe"."Tenemos interacción con el animal, pero evitamos en lo posible el contacto directo. Recientemente tuvimos un parto y todos fuimos equipados con guantes, botas, máscaras. Desde marzo, tenemos estos procedimientos", explica la veterinaria."Mantener el instinto salvaje de los animales siempre ha sido una de las misiones del zoo", que, debido a la pandemia y a la minimización de los contactos, se ha acentuado, dice Teresa Guedes."No van a ser animales devueltos a la naturaleza, en su caso, pero podrían ser sus nietos o bisnietos, así que no sabemos, por lo tanto, cuanto más natural sea el comportamiento del animal y más alejado del humano, mejor", dice.

En este espacio, donde viven 600 animales de 200 especies en 15 hectáreas, se incorporarán en abril nuevos compañeros procedentes del zoo de Lagos y de zoológicos de Francia para "reproducir y mejorar los grupos": "Los nuevos animales completarán los grupos para reproducirse y también mejorar, porque a algunos animales no les gusta estar solos", revela Teresa Guedes.Mientras el equipo del zoo espera, tanto a los visitantes como a los nuevos animales, se están "mejorando y ampliando" algunos servicios, como la entrada, la tienda y la taquilla. "Vamos a condensar todo en una zona más amplia, para asegurar también que la gente esté más lejos. Pretendemos tenerlo listo para Semana Santa", explica. El deseo de Teresa Guedes es que "este año sea mejor que el de 2020", un año en el que se recibieron 135.000 visitantes (un 22 por ciento menos que en 2019), y que "vuelvan las risas de los niños, de los mayores y se reúna de nuevo todo el equipo" formado por 42 personas, el 28 por ciento de las cuales estaban en casa en paro.