El presidente de APEF, José Presa, citado en una nota enviada a Lusa, señala que "la pandemia de Covid-19 tuvo un impacto importante a nivel de diagnóstico oportuno de la hepatitis C, pero también de su tratamiento, registrando un descenso de 4.488 tratamientos solicitados en 2019 a 1.682 tratamientos en el año 2020".

Los virus de la hepatitis provocan una inflamación del hígado, que puede desaparecer espontáneamente o progresar a fibrosis (cicatrización), cirrosis o cáncer de hígado y son la causa más común de hepatitis en el mundo, pero la enfermedad también puede ser causada por sustancias como el alcohol o ciertos fármacos, y por enfermedades autoinmunes.

Ante la disminución de los tratamientos para la hepatitis C, el presidente de la APEF destacó la importancia del diagnóstico precoz para evitar los problemas asociados a la falta de tratamiento de la hepatitis, que pueden llevar a la muerte.

"Las hepatitis B y C no tratadas suponen la evolución a una cirrosis hepática y, en algunos casos, el desarrollo de un carcinoma hepatocelular. Cada 30 segundos muere una persona por una enfermedad relacionada con la hepatitis. Por ello, el diagnóstico precoz y el tratamiento posterior son vitales. Incluso en medio de la pandemia de Covid-19, no podemos esperar para actuar contra las hepatitis víricas", dijo.

Hay cinco tipos de hepatitis vírica: la hepatitis A es siempre una enfermedad aguda de corta duración, mientras que las hepatitis B, C y D son más propensas a convertirse en continuas y crónicas; la hepatitis E suele ser aguda, y puede ser especialmente peligrosa en mujeres embarazadas.

Los síntomas varían según el tipo de enfermedad y pueden no aparecer hasta que el daño afecta a la función hepática, provocando fatiga, pérdida de apetito, pérdida de peso, piel y ojos amarillentos, orina oscura, heces pálidas y dolor abdominal.

El tratamiento también varía según el tipo de hepatitis: en el caso de la infección aguda, el paciente pasa por la privación del agente en cuestión, el reposo y la dieta, mientras que en una situación crónica, el tratamiento se realiza con medicamentos específicos que impiden la multiplicación del virus.

Aunque la hepatitis es una enfermedad prevenible, tratable y, en el caso de la hepatitis C, curable, afecta a 325 millones de personas en todo el mundo, causando 1,4 millones de muertes al año, lo que llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a asumir el objetivo de erradicar las hepatitis B y C para 2030.

La Dirección General de Salud (DGS) también hizo un llamamiento en mayo de 2021 para la realización de pruebas gratuitas y confidenciales de VIH, hepatitis e infecciones de transmisión sexual, en el marco de la Semana Europea de Pruebas de Primavera 2021, tras la disminución del número de pruebas realizadas a escala mundial.

En Portugal, según los datos de Infarmed, desde 2015 hasta el 1 de julio de 2020, se autorizaron 27.239 tratamientos para la hepatitis C y se iniciaron 26.006. La tasa de curación se mantiene en el 97%, con 15.909 pacientes curados y 572 no curados.