La apnea del sueño es un trastorno antiguo, pero sólo se ha identificado recientemente. En los últimos 40 años se ha descubierto más información sobre este trastorno, sus consecuencias y su tratamiento.

Las personas que padecen este trastorno dejan de respirar durante unos segundos mientras duermen (apnea) y sólo vuelven a respirar con normalidad, una vez interrumpido el sueño (lo que puede tener consecuencias) y, generalmente, esto va seguido de un fuerte resoplido. Esta parada puede ser meramente parcial, en este caso denominada hipopnea. Ambos tipos de pausas respiratorias (totales o parciales) provocan una importante reducción del oxígeno que llega a la sangre, lo que es perjudicial para el enfermo. La gravedad del trastorno aumenta con el número de apneas/hipopneas, que en algunos casos pueden ser extremas, llegando a 500 pausas cada noche con una duración de 1 minuto. Estos sucesos suelen ser notados sólo por la pareja o el cónyuge y es la razón por la que el paciente consulta a un médico, ya que el paciente no se da cuenta de que sufre esta afección y puede creer que ha tenido una buena noche de sueño. Otras quejas frecuentes son levantarse varias veces durante la noche para orinar, despertarse cansado o con dolor de cabeza.

Naturalmente, esto tiene implicaciones en la calidad del sueño y la consiguiente somnolencia durante el día, pero es bastante variable. Algunos individuos pueden experimentar 5 episodios por hora durante la noche y estar muy cansados durante el día, mientras que otros pueden experimentar más de 30 episodios por hora cada noche, sin ninguna queja resultante. Esto es lo que hace que sea tan difícil de diagnosticar y tratar. Hoy en día, conducir un coche es tan indispensable que la gente conduce incluso cuando tiene mucho sueño. Esto puede tener graves consecuencias para la seguridad vial, tanto para el conductor como para los demás.

Por desgracia, la somnolencia no es ni mucho menos la única consecuencia de la apnea del sueño. Aunque no decimos que alguien ha muerto por la apnea, al igual que no decimos que alguien ha muerto por el colesterol alto o la presión arterial alta, todas estas condiciones contribuyen en gran medida a la tasa de mortalidad causada por las enfermedades del corazón y los accidentes cerebrovasculares.

La falta de oxígeno que llega a nuestras células durante la noche, causada por la apnea del sueño, afecta a todos los órganos del cuerpo, y el cerebro no es una excepción. En estos pacientes se observa una degeneración acelerada de la capacidad cerebral, siendo la "pérdida de memoria" una de sus muchas quejas.

Actualmente existe un tratamiento para la apnea del sueño, aunque con un éxito variable, según el método elegido y la gravedad del trastorno. El uso de una CPAP (presión positiva continua en la vía aérea) nasal es muy eficaz y se utiliza siempre en los casos graves. Otros tratamientos, como la cirugía o un dispositivo bucal, pueden utilizarse para casos menos graves.

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