"El PACV ha recibido a lo largo de sus 25 años de existencia 271.626 visitantes y se han descubierto 1.200 rocas, 45 de las cuales se pueden visitar en cuatro lugares: Penascosa, Fariseu, Canadá del Infierno y Ribeira de Piscos", dijo la presidenta de la Fundación Côa Parque, Aida, a la agencia Lusa Oak. El 10 de agosto de 1996, el gobierno de António Guterres inauguró el primer parque arqueológico portugués, asegurando la protección legal de lo que ya era el complejo de arte rupestre del Valle del Côa. .

Aida Carvalho destaca los numerosos trabajos que se están llevando a cabo en el yacimiento y un programa de investigación en curso: "En un futuro próximo, continuarán las excavaciones en el yacimiento de arte paleolítico del Fariseo [roca 9] y en Cardina-Salto do Boi, donde recientemente se ha puesto de manifiesto una ocupación del Hombre de Neandertal desde hace 100.000 años. Las prospecciones y excavaciones se extenderán al territorio comprendido entre el bajo Côa y Siega Verde [España], para intentar comprender las formas de ocupación humana en este territorio contiguo", explicó el responsable.

Para la presidenta de la Fundación que gestiona el PAVC, este espacio arqueológico tiene un papel fundamental en el desarrollo del territorio, en la afirmación de sus poblaciones y en la creación de servicios en la región, concretamente hoteles y restaurantes: "Hemos visto una evolución y transformación continua, a lo largo de los 25 años, y una diversificación en el perfil de los visitantes", observó.

Aida Carvalho dice que actualmente, el visitante ya no es un mero consumidor de productos cerrados ofrecidos por las agencias de viajes, es muy participativo, ya sea en la planificación de su viaje, o en el tipo de "productos" que consume, buscando nuevas ofertas culturales, nuevos territorios y, sobre todo, experiencias impactantes y desafiantes. Según el funcionario, el PAVC y la Fundación supieron adaptarse a las nuevas demandas, diversificando los tipos de visita: vehículos todo terreno, kayaks, paseos a caballo y, recientemente, el uso de embarcaciones electro-solares. "Depositamos grandes esperanzas en la recuperación del turismo, porque creemos que hay un enorme potencial de crecimiento de la demanda de productos turísticos basados en valores culturales como la 'Gravura do Côa'", dijo.

En declaraciones a Lusa, el ex director del PACV, António Martinho Batista, dijo que, tras la divulgación pública de los hallazgos rupestres en el Valle del Côa, en noviembre de 1994, la aceleración de la historia, nacida de una inusual mediación en la que se opuso a la salvación de las tallas rupestres frente a la construcción de una presa en el Baixo Côa condujo a la identificación de un vasto grupo de yacimientos, en su mayoría con arte paleolítico, que pronto se convirtió en uno de los grandes descubrimientos arqueológicos del mundo del fin del milenio.

Tras estos relevantes descubrimientos, reconocidos en todo el mundo, la presa que se estaba construyendo en el Bajo Côa pasó rápidamente a la historia, a finales de 1995, lo que posteriormente se tradujo en la concesión de una importante indemnización a la empresa constructora. "Después de esta fase, la sociedad civil y los movimientos de masas que nacieron, impusieron a los gobiernos un freno reflexivo a las políticas expansionistas basadas en el hormigón y en las grandes obras que tenían poco en cuenta las necesidades de una población cada vez más envejecida, en un interior cada vez más desértico", recordó el arqueólogo.

Martinho Batista, recordó que los primeros diez años fueron "calientes", con batallas inolvidables por el patrimonio que llevaron el nombre de Vale Côa y del país a todos los rincones del planeta. Para el arqueólogo, en su conjunto, el PAVC y el Museo del Côa constituyen un proyecto consolidado y deben seguir haciéndolo en los próximos años, sin grandes sobresaltos: "Basta con seguir gestionando bien lo que se ha conseguido en los últimos 25 años", subrayó.

Por su parte, el arqueólogo João Zilhão, otro nombre ineludible vinculado a la creación del PACV, ex director del antiguo Instituto Portugués de Arqueología, primer director del parque, que se encargó de preparar el proceso de solicitud de clasificación como Patrimonio de la Humanidad, garantizó a Lusa que "no hay duda de la gran importancia científica y del valor patrimonial del arte rupestre del Valle del Côa."

"Hoy, llegamos a Vila Nova de Foz Côa y lo primero que vemos son los carteles del ayuntamiento y de otras entidades proclamando con orgullo que Foz Côa es el único municipio del país con dos monumentos del patrimonio mundial, la región vinícola del Duero y su arte paleolítico. Creo que eso lo dice todo sobre el sentido común de la decisión de abandonar el proyecto de construcción de la presa y mantener las huellas como Parque Arqueológico", subraya.

El arqueólogo defiende que es fundamental que se elabore y ponga en marcha una planificación de la zona del Parque, sin la cual el paisaje que enmarca los grabados corre el riesgo de verse profundamente alterado a largo plazo. "Es especialmente importante que el Estado complete el proceso de adquisición de propiedades en las que hay importantes núcleos de grabados (por ejemplo, la Quinta da Barca), tanto por razones de conservación como para ampliar la oferta de sitios que pueden ser visitados por el público" , creció.

El arte de Côa fue clasificado como Monumento Nacional en 1997 y, en 1998, como Patrimonio de la Humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Como una inmensa galería al aire libre, el Valle de Côa cuenta con más de 1.200 rocas, repartidas en 20.000 hectáreas de terreno con manifestaciones rupestres, predominantemente grabados paleolíticos, ejecutados hace más de 25.000 años, y distribuidos en cuatro municipios: Vila Nova de Foz Côa, Figueira de Castelo Rodrigo, Pinhel y Meda.