La RUV es bastante beneficiosa en una exposición moderada, principalmente porque estimula la producción de vitamina D, esencial para la piel y el sistema cardiovascular. Sin embargo, una exposición excesiva puede causar daños en diversas estructuras oculares, como la córnea, el cristalino, los párpados y/o la retina.

A pesar de la necesidad de reforzar la prevención durante la estación más calurosa del año, es importante mencionar que se debe tener cuidado durante todo el año. Esto se debe a que dos de los principales efectos negativos de la RUV sobre la salud visual se deben a la exposición recurrente a lo largo de los años. Entre estos problemas están las cataratas y la degeneración macular.

A catarata es una alteración de la transparencia (opacificación) del cristalino que se encuentra detrás del iris. Este proceso limita el paso de la luz a la retina, impidiendo la formación de imágenes. En la actualidad, más del 95% de las personas mayores de 65 años desarrollan cataratas, ya que este problema se deriva de un proceso natural de envejecimiento, pero que puede verse agravado por factores de riesgo como la exposición excesiva a los rayos UV.

La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) es una maculopatía que se caracteriza por la degeneración de las células fotorreceptoras que componen la mácula, la región central de la retina, provocando una pérdida gradual y progresiva de sus funciones. En una fase inicial, la enfermedad puede ser imperceptible, pero a medida que se desarrolla, la persona comienza a identificar algunas alteraciones de la visión, como la distorsión de la imagen y la dificultad para reconocer los rasgos faciales. La DMAE es una de las principales causas de ceguera después de los 60 años, y se ha comprobado que la exposición excesiva y continuada a los rayos UV está asociada a su aparición.

Los grupos que se consideran de mayor riesgo de exposición al sol son los niños, los ancianos, los enfermos crónicos y las personas que ejercen profesiones que requieren una presencia constante en el exterior.

Si no nos protegemos adecuadamente, el riesgo de desarrollar una lesión ocular será mayor.

Aunque no estemos incluidos en los grupos de mayor riesgo, es fundamental seguir las principales recomendaciones de protección frente a la exposición a la RUV: siempre que se salga de casa, usar gafas de sol, con una adecuada protección contra la RUV (asegurarse de que las lentes tienen las características necesarias para proteger eficazmente los ojos, ya que de lo contrario los rayos UV pueden afectar gravemente al eyeball, causando más y mayores daños de los que tendría en caso de no llevar gafas de sol); usar un sombrero, preferiblemente de ala ancha, para evitar la radiación directa; utilizar protectores solares específicos para la zona periocular; evitar la exposición al sol entre las 11 y las 17 horas y optar siempre por permanecer a la sombra, pero sin quitarse las gafas de sol. En la playa, por ejemplo, el agua y la arena reflejan la RUV.