En una entrevista con Lusa, el experto, que coordina el programa ReSist, identifica "una gran falta de concienciación" sobre el riesgo sísmico real y afirma que es necesario contradecir las ideas preconcebidas.

"Todo el mundo tiene siempre un montón de excusas. Tenemos [...] que desmitificar. No es ni caro ni poco práctico [...]. Es factible y no supone tanto coste añadido", rebate.

"No es tan caro y hay innumerables soluciones", afirma.

Según el experto, "algunos" constructores "siempre tienen en cuenta" la seguridad de los edificios, pero también hay "otros que, si no pueden hacerlo, no lo hacen".

"Siempre se recurre mucho a la frase 'esto es muy caro, esto es muy difícil, esto no se puede implantar'", denuncia.

La estructura - "que, al final, es lo que mantiene los edificios en pie"- cuesta sólo el 20% de la obra, cree, subrayando que se gasta mucho más en "retoques".

Según Cláudia Pinto, el refuerzo sísmico cuesta el 5% de ese 20%.

"Habrá un terremoto"

A esto se añade la "cuestión de comportamiento", que lleva a la gente a creer que el terremoto de 1755 "es un acontecimiento del pasado", que no volverá a ocurrir.

"La ciudad de Lisboa tiene un contexto de proximidad a fallas activas. Habrá un terremoto, no sabemos cuándo, pero lo habrá. Es más probable que lo haya a que no lo haya. Así que preparémonos lo mejor posible", advierte.

El geólogo indica que el 60% de los edificios de la ciudad se construyeron antes de 1958, cuando no había normas antisísmicas: "Eso es mucho. Y esto existirá en varias otras zonas del país que tienen centros históricos, como Lisboa. Es un problema muy molesto, al que se da poca importancia, pero es necesario empezar a superar esta inercia".

Sin embargo, esta hipótesis "no preocupa, ni la gente es consciente del riesgo al que se expone", lamenta el especialista.

"Vemos que se venden edificios en ciertas zonas de la ciudad donde el precio de construcción es exagerado y la gente compra. ¿Han comprobado si todos esos edificios han sido rehabilitados [según las condiciones de seguridad estructural]?", se pregunta.

Es necesario, añade, que la gente sea exigente con el mercado, en relación con los edificios que compra y sus condiciones de seguridad, entre otras cosas porque se trata de una gran inversión, muchas veces de por vida.

"Y luego tampoco queremos tomar precauciones. Por ejemplo, nadie contrata un seguro de riesgo sísmico [...]. Sé que la probabilidad es mínima, pero el impacto es enorme y la gente no lo hace", señala, subrayando que ya ha preguntado a las aseguradoras y que sólo supondría "30 euros al año".


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