Este martes, los tripulantes de cabina entregaron un preaviso de huelga de siete días, del 25 al 31 de enero.

"Para quien pueda acusar al Consejo de Administración de SNPVAC de irresponsabilidad, le recordamos que la compañía no puede presumir de alcanzar beneficios en 2022, sin que exista un verdadero y significativo reconocimiento a los esfuerzos de los tripulantes de cabina", dice el sindicato en un comunicado. "Fueron estos esfuerzos, así como los múltiples y dolorosos sacrificios personales y profesionales de nuestros trabajadores, los que contribuyeron a los resultados presentados por la compañía", afirma el sindicato.

TAP cerró los nueve primeros meses con unas pérdidas de 91 millones de euros, pero logró beneficios de 111 millones entre julio y septiembre, y debería cerrar el año con un resultado positivo, algo que no ocurría desde 2017.

"A pesar de los numerosos esfuerzos de esta junta por encontrar una solución consensuada -además de un mensaje abrumador de nuestros asociados en las tres últimas asambleas- lo cierto es que la actual administración sigue sin querer entender la revuelta e indignación de los tripulantes de cabina", añade SNPVAC.

"Corresponde entonces a la administración demostrar lo que tanto proclama, pero que, de hecho, nunca ha intentado seriamente: resolver este conflicto y satisfacer nuestras justas y legítimas reivindicaciones, comprendiendo que la paz social tiene un valor inigualable", añade el sindicato, afirmando que sigue estando disponible para el diálogo.

Si no se desconvoca la huelga, será la segunda en menos de dos meses. Los tripulantes hicieron huelga los días 8 y 9 de diciembre, algo que no ocurría desde hacía ocho años. TAP canceló 360 vuelos y estimó, en aquel momento, un impacto negativo de ocho millones de euros en los ingresos.


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