A diferencia de otros tipos de cáncer, la leucemia no suele formar una masa (tumor) que aparezca en pruebas de imagen, como radiografías o tomografías computarizadas.

Hay muchos tipos de leucemia. Algunos son más frecuentes en niños, mientras que otros lo son en adultos. El tratamiento depende del tipo de leucemia y de otros factores.

La leucemia comienza en la médula ósea, el tejido blando y esponjoso de la cavidad interna de los huesos, donde se fabrican las células sanguíneas del organismo. Las células sanguíneas pasan por múltiples etapas antes de alcanzar su forma completamente madura. Las células sanguíneas maduras y normales son: los glóbulos rojos (células que transportan oxígeno y otros materiales vitales); los glóbulos blancos (células que combaten las infecciones) y las plaquetas (células que ayudan a la coagulación de la sangre).

Estas células sanguíneas empiezan como células madre hematopoyéticas (hemo = sangre, poiesis = hacer). Las células madre se convierten en células mieloides o linfoides. Si las células sanguíneas siguieran desarrollándose normalmente, las formas maduras de estas células serían las siguientes: las células mieloides se convertirían en glóbulos rojos, plaquetas y ciertos tipos de glóbulos blancos (basófilos, eosinófilos y neutrófilos) y las células linfoides se convertirían en ciertos glóbulos blancos (linfocitos y células asesinas naturales).

Sin embargo, si padece leucemia, una de las células sanguíneas en desarrollo empieza a multiplicarse de forma descontrolada. Estas células anormales, denominadas células leucémicas, empiezan a ocupar el espacio de la médula ósea. Desplazan a las células que intentan convertirse en glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas sanos.

Existen cuatro tipos principales de leucemia y varios subtipos. Los profesionales sanitarios clasifican la leucemia en función de la rapidez con la que empeora la enfermedad y de si las células leucémicas proceden de células mieloides o linfoides.

Los científicos desconocen las causas de la mutación de estas células en desarrollo. Han podido identificar algunas mutaciones comunes que comparten las personas diagnosticadas con distintos tipos de leucemia.

Los resultados de los análisis de sangre rutinarios pueden alertar a su proveedor de asistencia sanitaria de que usted puede tener una forma aguda o crónica de leucemia que requiera más pruebas. O pueden recomendarle un análisis si tiene síntomas de leucemia.

Los exámenes y pruebas de diagnóstico pueden incluir: un examen físico; recuento sanguíneo completo; examen de células sanguíneas; biopsia de médula ósea; imágenes y otras pruebas y punción lumbar.

Los tratamientos para la leucemia dependen del tipo de leucemia que tenga, de su edad y estado general de salud, y de si la leucemia se ha extendido a otros órganos o tejidos.

Los tratamientos habituales suelen incluir una combinación de los siguientes: quimioterapia; inmunoterapia (terapia biológica): terapia dirigida; radioterapia; trasplante de células hematopoyéticas (trasplante de células madre o de médula ósea) y terapia con células T receptoras de antígeno quimérico (CAR):

También se dispone de ensayos clínicos para probar nuevos tratamientos contra el cáncer.



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