Como Teresa Neumann, sufrió la Pasión de Cristo los viernes en expiación por nuestros pecados. Durante los últimos 13 años de su vida no comió ni bebió nada, excepto la Comunión diaria. Los investigadores médicos la examinaron y no encontraron ninguna explicación natural a este fenómeno.


La gente veneraba a Alejandrina como a una santa y acudía en masa a verla para hablar con ella e implorar sus oraciones. Su mensaje constante era el mismo que el de la Virgen en Fátima: "Haced penitencia, no pequéis más, rezad el Rosario, recibid la Eucaristía".


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Según las pruebas, Alejandrina, con sus oraciones y sufrimientos, contribuyó a acortar la Segunda Guerra Mundial.