El primer lunes desde que comenzó la vacunación de los mayores de 45 años, en el centro de vacunación del municipio de Oeiras comenzó con una cola de miles de personas.

"Ya se esperaba que esto ocurriera esta semana, dado el número de vacunas que vamos a poner, pero no queremos que la gente esté en colas durante tanto tiempo e intentaremos mejorar el proceso", dijo el vicealmirante Gouveia e Melo, que coordina el grupo de trabajo responsable del proceso de vacunación.

El sábado explicó que Portugal iba a acelerar el ritmo de vacunación debido a la propagación de la variante Delta del SARS-CoV-2, previendo que será posible vacunar a unas 850.000 personas por semana.

Una consecuencia esperada de esta medida, según admitió ayer, son las largas colas en los centros de vacunación, como la que presenció en el Pabellón Carlos Queiroz, donde se vacunan una media de dos mil personas diarias.

En el centro de vacunación de Oeiras, por ejemplo, hay dos franjas horarias -entre las 13:00 y las 14:00 horas y entre las 18:00 y las 19:00 horas-, pero por desconocimiento, algunas personas acudieron al pabellón por la mañana.

"Sugiero a la gente, sin cita previa, que venga después de las 17:00 horas", dijo Gouveia e Melo, explicando que es sobre todo al final del día cuando hay mayor disponibilidad para las personas sin cita previa.

Esta era también la recomendación que se daba a quienes llegaban a ese centro de vacunación antes de la hora disponible, como atestiguó Lusa, para tratar de no prolongar una espera ya larga.

A primera hora de la tarde, en torno a las 13:30 horas, miles de personas formaban una cola que daba la vuelta a todo el polideportivo, y los que ya llevaban horas esperando se encontraban con los que acababan de llegar, en una especie de círculo que no terminaba y seguía creciendo por donde podía.

Mariana Gonçalves era una de las personas que llevaba horas esperando su turno, a pesar de tener una cita.

"Llevo esperando desde las once y media de la mañana", le dijo a Lusa, asegurando que el día anterior había acompañado a su marido a vacunarse y el escenario era completamente diferente: "Nunca esperé que fuera así", reconoció.

Unos metros más atrás, Ana Gil también esperaba su turno, pero aseguraba que, a pesar del tamaño de la cola, "da más miedo de lo que parece" y la cola avanza a buen ritmo.

En ese momento, el equipo del centro de vacunación ya había colocado sillas a lo largo de todo el recorrido para facilitar la espera y distribuía agua a las personas que seguían llegando.