"Esto es intentar explicar lo inexplicable", dijo a la agencia Lusa Manuel Pereira, director del Grupo Escolar General Serpa Pinto.

El lunes, "uno de los niños que viajaba en el autobús fue olvidado, en una de las primeras filas del autobús y ninguno de los dos empleados que acompañaban a los niños lo vio, ni tampoco el conductor".

Manuel Pereira explicó que el autobús transporta, diariamente, "algo más de 20 niños de todos los niveles de enseñanza que viven en las parroquias de Nespereira y Fornelos y que asisten al grupo escolar de Nespereira".

"Fueron más de seis horas las que la niña estuvo olvidada, posiblemente estaba durmiendo y de ahí el silencio. Nadie se dio cuenta y la niña se quedó en el autobús, que siempre está aparcado a unos 100 metros del colegio", dijo.

A las 15.30 horas, cuando "la madre fue a recogerla a la guardería, la profesora le dijo que la niña no había ido ese día y la madre, en estado de shock, llamó a su marido, porque había sido él quien la había dejado en el autobús".

"En medio de todo este proceso, buscando a la niña, fueron a ver el autobús y ella estaba allí, todavía sentada, con el cinturón de seguridad puesto, relativamente tranquila, pero es una de esas cosas que a nadie se le pasan por la cabeza", reaccionó el director .

Manuel Pereira explicó a la Lusa que abrió "inmediatamente un proceso de investigación urgente".

"En conjunto con la Câmara de Cinfães, que contrató el servicio de dos guardias de seguridad, ordenamos la suspensión de las dos señoras que realizaron la vigilancia, mientras se desarrolla el proceso", añadió.

Este funcionario también dijo que "dos psicólogos están haciendo un seguimiento diario de la niña y su familia, que han colaborado mucho" y, según la información, "la niña está bien, va a la guardería y, de acuerdo con los psicólogos, no debería sufrir más consecuencias debido al incidente".

El director del grupo también añadió que tiene "la responsabilidad de dar seguridad a los padres", especialmente a los alumnos que "van en autobús a los colegios", para "garantizar que estas situaciones no se repitan".

Tras conversar con los coordinadores de los establecimientos escolares y con las maestras de los jardines de infantes, "se definió una cosa que ya debería estar hecha, que es la obligación de las educadoras de llamar a los padres, en caso de que los chicos se ausenten".

"Ellos tienen los datos de contacto de todos los padres y, si no hay comunicación previa de la familia de que el niño va a faltar, tienen la obligación de llamar para saber qué pasó para que el niño falte a la escuela. Si existiera esta práctica, esto no habría ocurrido", defendió.