La tasa de inflación lleva ocho meses a la baja, tras alcanzar un máximo superior al 10% en octubre del año pasado. Esto no significa que los precios estén bajando, sino que suben a un ritmo más lento.

"Esta desaceleración se explica, en parte, por el efecto base derivado del encarecimiento de los carburantes observado en junio de 2022", justifica el Instituto Nacional de Estadística (INE ) al confirmar el dato que ya había estimado hace dos semanas.

Hace un año, los precios de los productos energéticos se dispararon tras la invasión rusa de territorio ucraniano y las sanciones aplicadas por Occidente contra Moscú, que afectaron al gas y al petróleo. Tras esta sacudida, los precios de la energía bajaron casi un 20% en junio en comparación con el índice registrado hace un año, lo que contribuyó a aliviar las presiones inflacionistas en Portugal.

En cuanto a los productos alimenticios no elaborados, que también sufrieron el impacto de la guerra, el índice se ralentizó hasta el 8,5% el mes pasado, 0,4 puntos porcentuales menos que en mayo.