A Riccardo Gullo se le ocurrió la novedosa idea después de que un censo reciente estimara que el número de cabras en los cinco kilómetros cuadrados de Alicudi, la más pequeña del archipiélago siciliano de las Eolias, era seis veces superior a la población anual de la isla, que es de 100 habitantes.

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Los animales, expertos en navegar por los escarpados acantilados de Alicudi, vivieron en armonía con los habitantes humanos y se convirtieron en una atracción turística tan importante como su volcán inactivo.

Pero su número ha crecido tan rápidamente en los últimos años que empezaron a gravitar desde su morada habitual en la cima de la isla hacia la zona habitada, causando estragos entre la población.