El objetivo es recaudar el dinero del petróleo para financiar la diversificación de su economía antes de que los combustibles fósiles pierdan su ventaja frente a las alternativas energéticas. Pero el tiro puede salir por la culata: al subir los precios a 3,82 dólares el galón, se acercan a la destrucción de la demanda, que se prevé alcanzar a 4 dólares.