Gracias a su influencia, Valeriano se convirtió y fue martirizado junto con su hermano. La leyenda sobre la muerte de Cecilia cuenta que, tras ser golpeada tres veces en el cuello con una espada, vivió tres días y pidió al Papa que convirtiera su casa en una iglesia.

Desde la época del Renacimiento, se la suele representar con una viola o un pequeño órgano.

Como toda buena cristiana, Cecilia cantaba con el corazón y, a veces, con la voz. Se ha convertido en un símbolo de la convicción de la Iglesia de que la buena música es parte integrante de la liturgia, de mayor valor para la Iglesia que cualquier otro arte.

Cecilia es la Patrona de la música y de los músicos.
Su fiesta se celebra el 22 de noviembre.