San Pedro Fabro fue un célebre misionero de la Compañía de Jesús y compañero de San Ignacio. Mientras recorría su diócesis natal de Saboya, recibió innumerables consuelos de los ángeles custodios de varias parroquias. En repetidas ocasiones recibió las pruebas más sensibles de su protección. A veces, estos santos ángeles le preservaron de la furia de los herejes.

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Por último, nos protegen a cada uno de nosotros. "Cada hombre tiene un ángel de la guarda designado para iluminarle, defenderle y guiarle durante todo el curso de su vida mortal. Pedro pasó mucho tiempo viajando. Por España y Alemania. Pasó un tiempo en Portugal, en la Corte Real de Lisboa, y desempeñó un papel decisivo en el establecimiento de la Compañía de Jesús en aquella tierra. Agotado por sus constantes viajes, enfermó cuando viajaba de España a Roma para asistir al concilio de Trento. Murió en Roma poco después de llegar. Fue canonizado por el Papa Francisco el 17 de diciembre de 2013.